La comunidad LGBT+ ha obtenido una mayor aceptación en occidente con el paso de los años. Sin embargo, es una realidad que ha recibido discriminación durante mucho tiempo, gracias a la construcción de una sociedad heteronormada. La diversidad sexual ha sido tan rechazada que hasta son despojados de sus hogares o de los círculos sociales a los que pertenecían al estar aún en el closet.
Por esta razón, es que los miembros de la disidencia sexual y de género han creado espacios exclusivos para ser quienes realmente son sin sentir este peso del rechazo. Existen bares, antros y clubes dirigidos a la comunidad LGBT+, en los que solo entran ellos y, si acaso, aliados que nunca les dieron la espalda. No obstante, hoy no venimos a hablar de esto, sino de una cultura creada a raíz de esta necesidad de hacer una comunidad diversa: la cultura del ballroom.
¿Qué es la cultura del ballroom?
La cultura del ballroom es el conjunto de expresiones artísticas y culturales pertenecientes a hombres gay y mujeres trans que han sido perseguidos y discriminados. Se realiza mediante eventos de baile, lip sync, modelaje y performance, divididos en distintas categorías en las que los participantes brillaban por su talento, pero tenían la posibilidad de ser 100% libres sin los peligros de la calle.
Se cree que ya existían reuniones similares en el siglo XIX, que incluían máscaras y disfraces para ocultar su identidad. A pesar de esto, nació como tal en la ciudad de Nueva York, Estado Unidos, a principios de los años 60, principalmente por jóvenes afro y latinos rechazados por su familias y sin hogar, a causa de su orientación sexual o identidad de género.
Las casas: un refugio para el abandono
El ballroom no solo se convirtió en una forma de expresión LGBT+, sino en un refugio para muchos adolescentes discriminados. Se formaban casas, las cuales eran sus nuevos hogares y una familia alternativa que los aceptaba por quienes eran. Los que estaban al frente de la casa eran los “padres” o “madres”, quienes tenían una edad más avanzada y cuidaban a sus “hijos”.
Cada casa tenía un nombre tomado de una gran casa de moda (Gucci, Valenciaga, etc.) o una modelo famosa (Evangelista, Hulton, etc.) A su vez, del nombre de su nuevo hogar, sus integrantes tomaban su apellido, también rechazando el de la familia que los abandonó. Antes de cada noche del ball, preparaban sus vestuarios y sus coreografías para competir en las distintas categorías.
La noche en la que se brilla
Para el momento de triunfar, la noche del evento tenía distintas categorías en las que se representaba la fama, la masculinidad, la feminidad o un estilo de moda en particular. Aunque hay categorías específicas como realeza, cuentos de hadas, disco diva, entre otras, las más comunes son: butch queen o femme queen (en las que en la pista se mostraba la excesiva masculinidad y feminidad), face (la cara más bella), body (el mejor cuerpo), runway (caminata en pasarela), etc.
Hay un presentador que anima al público y describe lo que está ocurriendo en la pista. Además, cada participante era calificado por un panel de jueces mientras competía contra otras casas. El objetivo era llevarse el trofeo, obteniendo la calificación más alta. Quienes lo hacían recibía aplausos y gloria, mientras que los que perdían recibían bufe o shade de los demás.
El vogue y el ballroom
La forma de bailar del ballroom no era la misma que tenían las personas en sus eventos para gente heterocis. Cuando se estaba en la pista el cuerpo y las manos se movían al ritmo del vogue. ¿Qué es esto? ¿La canción de Madonna? No exactamente, el voguing es un estilo de baile inventado por las personas de esta comunidad, que se caracteriza por movimientos dramáticos y exagerados.
Su origen se asocia al comienzo del ball, como una imitación a las poses que hacían los modelos de la revista Vogue. También se cree que esto sucedió en la prisión Rikers, donde los prisioneros LGBT hacían estos movimientos. Mediante él se expresa la destreza, flexibilidad y talento de quienes bailan, mientras se hace shade o crítica al rival de forma irónica. Existen tres estilos principales del vogue:
- Old way. Es el más antiguo de todos, llamado originalmente “pop, dip and spin”. Se destaca por priorizar la formación de líneas y figuras con simetría y un carácter elegante.
- New way. A finales de los 80 se incorporaron ángulos y figuras más complejas, así como transiciones entre los bailes. Se creó por bailarines para mostrar su flexibilidad.
- Vogue femme. Se hacía sobre todo por mujeres trans para hacer movimientos de forma muy femenina. Incluye movimientos más lentos, precisos, fluidos y dramáticos.
El ballroom en la cultura popular
Hoy en día es más común la práctica del ballroom y existen academias profesionales para el voguing. Pero esto no sucedió de la noche a la mañana. Se tuvo que luchar por los derechos LGBT y popularizar la cultura relacionada con esto. En los años 90, salió el documental Paris is Burning que veía a profundidad lo que sucedía en estos espacios.
Además, el mismo año Madonna lanzó la canción “Vogue” en la que representaba esta cultura en sus pasos y hablaba sobre la no discriminación en la pista de baile. En el video, incluso, salen personas que realmente pertenecen a esta cultura como José y Hector Xtravaganza. Esto provocó que el voguing fuera todo un boom y se popularizara.
Ahora, en RuPaul’s Drag Race podemos ver a las drags posando en pasarela y haciendo lip sync, mientras reciben la ovación del público general. En la canción “Alien Superstar”, Beyoncé habla sobre las categorías y la sensación de sentirse el mejor en la noche del ball. Hay una serie de FX llamada Pose que puedes ver en Netflix y Star+, en la que se ve la evolución de esta cultura y todas las vivencias que había alrededor de ella.
¿Ya conocías la cultura del ballroom? ¿Te gustaría saber más de ella?