Las prácticas extremas en el sexo son algo que causa polémica. No todas las personas son aptas para siquiera pensar en que un dolor intenso les pueda ocasionar placer. Sin embargo, en esta apertura que se está teniendo en cuanto a la sexualidad, han agarrado popularidad para incluso ser representadas en películas como 50 sombras de Grey o la serie LGBT+ Pose.
Los gustos de cada persona son muy distintos. Así como tal vez a ti te pueda gustar más que solo te acaricien y besen, hay personas a las que les gusta que le hagan la metralleta allá abajo o sentir algo más intenso como cachetadas o golpes. A continuación, te hablaremos de algo muy extremo que no es para todos, pero definitivamente hay muchos que disfrutan de él: el fisting.
¿En qué consiste el fisting?
El fisting o fist fucking es la introducción del puño dentro de la vagina o el ano con fines sexuales. Para lograrlo existen lubricantes especiales que duermen parcialmente la zona (sobre todo en el caso del fisting anal) y permiten aflojarla para que pueda hacerse sin ningún problema. Se puede realizar con uno mismo (para masturbación) o con alguien más.
¿Y por qué alguien haría eso? ¿Por qué podría ser excitante algo así? Precisamente, para muchos es una práctica tabú por lo doloroso y riesgoso que puede llegar a ser. Sin embargo, los que aman hacerlo aseguran que es muy placentero y que puede hacerse de manera segura. Incluso, algunos que practican el BDSM suelen mezclarlo con los juegos de dominación y sumisión.
El fisting y el BDSM
Hay igual que el sounding, el fisting es una práctica extrema que implica una mezcla entre el placer y el dolor. Por esto, es frecuente que se relacione con las dinámicas del BDSM. El sádico-dominante le provoca dolor y placer al masoquista-sumiso metiendo el puño en su ano o vagina.
A pesar de esto, como todo dentro del BDSM, no siempre es quien lo recibe la persona con el rol de sumisa. El dominante sigue controlando al sometido diciéndole que le meta el puño por ahí. Incluso, algunos consideran que puede ser empoderante, ya que se tiene control de lo que se siente ahí.
¿Cuáles son los riesgos y cómo evitarlos?
Las mucosas anales y vaginales son muy sensibles, sobre todo las primeras mencionadas. Al hacer esta práctica, hay una posibilidad de romper los vasos sanguíneos, provocando hemorragias, dolor y heridas. También puede ocasionar la entrada de bacterias a la zona, provocando infecciones. Además, se puede dañar el ano al punto de ablandarlo y provocar incontinencia, si no se hace de forma correcta.
Lo mejor para evitar esto es hacerlo de forma paulatina e higiénica. Es importante lavarse las manos antes y después de realizarlo. Asimismo, ya que puede haber sorpresas ahí, se necesita hacer una ducha anal antes de hacerlo. Ahora, se estimula de poco en poco la zona hasta que se dilate por completo. Ten en cuenta que no es un ring de box, meter el puño no es algo sencillo y lo mejor es ir despacio, además de buscar la ayuda de un lubricante especial que adormezca parcialmente la zona.
¿Qué hago si es mi primera vez?
Las sorpresas que da el fisting no son solo esa indeseable que te advertimos antes. Debes abrirte a nuevas sensaciones porque es evidente que el primer puño que te metan ahí te puede doler mucho, por lo que necesitarás hacer estiramientos ahí con tu mano y guiar a la otra persona. Además, quien introduce su brazo también puede sentir dolor al hacerlo y pues por obvias razones, al sacarlo estará húmedo y pegajoso.
Si es la primera vez que lo practicas es importante ir despacio, conocerse a sí mismo o a quien se lo harás. Puede que ambos tengan miedo (no solo quien va a recibir el puño). No obstante, la comunicación siempre es importante, pero sobre todo es crucial en prácticas extremas. Si sientes un dolor que no te agrada o sientes que es demasiado, es importante parar.
¿Practicarías el fisting? ¿Te gustaría meter el puño o que te lo metieran?